martes, 15 de mayo de 2007
miércoles, 9 de mayo de 2007
LOS DOCENTES FRENTE AL DESAFÍO DE LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
El futuro llegó hace rato: nuevas tecnologías en la escuela
La escuela como institución ya tenía serios problemas y arduos desafíos bastante antes de la llegada de las nuevas tecnologías: ¿cómo hacer frente a la falta de recursos? ¿de qué forma reinstalarse como referente en la tarea socializadora? ¿cómo despertar en las nuevas generaciones el placer por la lectura? ¿con que herramientas asegurar una formación acorde al actual mercado laboral? y tantas otras cuestiones más. Pero, como si esto fuera poco, en medio de su titánico esfuerzo por recuperar la identidad perdida, la escuela vio arribar a las nuevas tecnologías para complicarle aún más la existencia, modificar los desafíos ya planteados y proponerle nuevos retos.
Claro que la primera reacción de quién está en problemas suele ser negar el problema y la escuela no escapó a esa regla eludiendo por un tiempo la importancia de las nuevas tecnologías en las nuevas generaciones y tomando a estos nuevos avances como meros instrumentos del entretenimiento (entidad que también la escuela solía asociar a los medios masivos de comunicación hasta que comprendió, no sin esfuerzo, su potencialidad educativa). Lo cierto, es que las nuevas tecnologías son una realidad imposible ya de ser negada o más claro aún citando al filósofo de la educación Nicholas Burbules en su libro Educación: riesgos y promesas de las nuevas tecnologías de la información:”la escuela (…) ya no puede elegir que estas tecnologías sean o no relevantes para la educación, y en caso de que decida desentenderse de ellas, eso también será una decisión cuyas consecuencias desbordarán su dominio”.
Innegable es entonces que estas nuevas tecnologías están aquí para quedarse y moldear a toda una nueva generación que nació con ellas (e incluye cambios culturales, simbólicos, cognitivos y lingüísticos) y que ante este avance vertiginoso, la escuela no puede darse el lujo de ser un mero espectador. Y en medio de esta tremenda sacudida de las ideas instaladas, tenemos un actor protagónico: el docente, quién, aún contra su voluntad, verá su rol frente a la clase modificarse al ritmo de estos cambios impactantes y deberá asumir decisiones de peso al respecto para hacerse dueño de su nuevo papel o simplemente dejarse arrastrar por los cambios y asumir las consecuencias de un futuro incierto.
Blancas palomitas (en la era de la informática)
Es sabido que un docente que no vence los prejuicios hacia sus alumnos difícilmente pueda entablar con ellos una relación sincera y respetuosa. Sin embargo, así como muchos docentes suelen tener una larga fila de reparos a la hora de acercarse amigablemente a las nuevas tecnologías, también, consciente o por simple relación, construyen prejuicios con respecto a la relación que sus alumnos entablan con estas nuevas tecnologías y un primer preconcepto, construido a partir de información incompleta o errónea, devuelve la imagen de los nuevos adolescentes como individuos aislados y automatizados, presos del poder absorbente de las nuevas tecnologías o como escribió el especialista colombiano Jesús Martín-Barbero en su libro La educación desde la comunicación con respecto a una situación similar ante la presencia de los medios masivos de comunicación en el aula: “la escuela vela y escamotea su conflicto con la cultura audiovisual reduciéndolo a sus efectos morales, es decir traduciéndolo al discurso de las lamentaciones sobre unos medios (…) que roban el tiempo libre de los jóvenes, manipulan su ingenuidad e idealismo, inoculan superficialidad y conformismo haciéndoles reacios a cualquier tarea seria, desvalorizan el libro y la lectura exigente”.
Por lo dicho, un primer paso saludable para el docente que tiene entre sus desafíos incorporar las nuevas tecnologías al aula, consistiría en un esfuerzo por descubrir las formas en que sus alumnos conviven con los avances tecnológicos. Seguramente en la experiencia descubrirá que en gran medida los integrantes de esta nueva generación, nacida bajo el cobijo de Internet y otras tantas modalidades de comunicación y entretenimiento, son hiperactivos y altamente lúcidos e incluso presentan un avance con respecto a la generación que se formó con la televisión: es el paso del receptor pasivo a un protagonista activo que forma sus propios contenidos y que entabla cantidad innumerable de lazos de sociabilización. En fin, una potencialidad a flor de piel para ser aprovechada por los docentes.
Nuevos recursos para nuevas propuestas
Un docente que planea darle la bienvenida en su clase a las nuevas tecnologías seguramente, como primera reacción buscará las formas de aplicar estos avances a las clásicas formas de enseñanzas y acorde a su materia. Sin embargo, estará perdiéndose de un sinfín de oportunidades no tan complicadas de aplicar a su clase y ello se debe ante todo al simple y llano desconocimiento de esas oportunidades. Nicolas Burbules, explica esta situación planteada en Educación…cuando dice “las herramientas no sólo ayudan a alcanzar ciertos objetivos existentes: también pueden crear propósitos nuevos, metas nuevas, que jamás habían sido consideradas antes de que dichas herramientas los tornasen posibles”.
Y entre los nuevos recursos que esperan ser aplicados a nuevas propuestas podemos destacar el Hipertexto y el blog, válidos por la sencillez de su aplicación y por lo fructífero de su buen uso. El hipertexto (un documento digital que se puede leer de manera no lineal mediante vínculos o enlaces) quizá uno de los avances más importantes y significativos en el campo de las nuevas tecnologías, es sobretodo productivo en el terreno de la lectura y la escritura, brindando infinitas posibilidades para que el usuario interactúe con el texto y al mismo tiempo con otros usuarios y otros textos de una manera hasta ahora impensada. Y son numerosos los intelectuales que reconocen las ventajas del hipertexto, como por ejemplo, la especialista en educación Edith Litwin quien desde el portal www.educ.ar señala algunas de las posibles aplicaciones educativas de este adelanto:“El hipertexto es el medio ideal para introducir variaciones textuales. Crea modos de lectura y nuevas formas de intercambio cultural e intelectual. Algunos tratamientos hipertextuales para el desarrollo de un tema en un material para la web, por ejemplo, permiten la exposición y tratamiento de un problema teórico, el debate, el desarrollo de diferentes perspectivas para el análisis y múltiples formas de representación que favorecen la comprensión de la diversidad de los estudiantes. La naturaleza colaboradora del hipertexto e Internet favorecen, entonces, la creación de textos que expresan diversos puntos de vista.” Y el blog (especie de diarios personales o bitácoras en los que se puede incluir textos, videos, audios y fotos) es otra de las innovaciones tecnológicas que abren puertas inesperadas en el terreno de la educación y entre sus aplicaciones podemos rescatar las que nombra el portal educ.ar que arriesga “los weblogs pueden ser leídos, ante todo, como talleres o laboratorios de escritura. En esta dirección se caracterizan por su condición de ser, esencialmente, espacios experimentales”.
El rol del nuevo docente
Ante las nuevas tecnologías el docente debe convertirse en un “nuevo docente”, adoptando flamantes capacidades y al mismo tiempo reforzando algunos aspectos clásicos de su antiguo rol frente a la clase. El especialista Jordi Adell va aún más allá e involucra a los alumnos en este cambio cuando dice: “Los nuevos entornos de enseñanza/aprendizaje exigen nuevos roles en profesores y estudiantes. La perspectiva tradicional en educación superior, por ejemplo, del profesor como única fuente de información y sabiduría y de los estudiantes como receptores pasivos debe dar paso a papeles bastante diferentes. La información y el conocimiento que se puede conseguir en las redes informáticas en la actualidad es ingente. Cualquier estudiante universitario, utilizando la Internet, puede conseguir información de la que su profesor tardará meses en disponer por los canales tradicionales. La misión del profesor en entornos ricos en información es la de facilitador, la de guía y consejero sobre fuentes apropiadas de información, la de creador de hábitos y destrezas en la búsqueda, selección y tratamiento de la información. (…) Los estudiantes, por su parte, deben adoptar un papel mucho más importante en su formación, no sólo como meros receptores pasivos de lo generado por el profesor, sino como agentes activos en la búsqueda, selección, procesamiento y asimilación de la información”.
Y justamente en uno de los puntos a los que hace referencia Jordi Adell (“facilitador, guía y consejero”) está una parte trascendental del nuevo rol docente. Muchos autores coinciden en que a la vez que Internet, protagonista absoluta de estas nuevas tecnologías, brinda una posibilidad única de acceso a un caudal impensado de información, presenta en su misma esencia, que impulsa la democratización en la producción de contenidos, su pata más floja. Al mismo nivel que la información más valiosa podemos encontrarnos con tremendos fiascos y mentiras montadas, por ello la red exige una actitud sumamente atenta y crítica y al mismo tiempo potencia la figura del libro y la enseñanza clásica como soporte para contrarrestar tamaño caos de información. En un contexto como el citado el papel del docente es el del tutor que pone énfasis en la formación de la criticidad del alumno frente a la cantidad de información recibida de las nuevas tecnologías. Y para ello el docente debe estar totalmente compenetrado con la cuestión y más que eso aún. Incluso casi arriesgaría que el docente debe tomarle cariño a las nuevas tecnologías. Al respecto el especialista en temas de educación Juan Ignacio Pozo Municio marcando el camino a los nuevos docentes señala en la edición de la Revista La Crujía de septiembre de 2006, que: “lo que debemos hacer es no sólo perder el miedo a esas tecnologías, sino ayudar a los alumnos a convertir en conocimiento, en verdadero saber, toda esa información a la que tan fácilmente acceden pero que difícilmente pueden digerir o procesar” y suma su parecer la educadora Edith Litwin desde el portal educ.ar: “La gran aventura que acontece en las aulas es dotar de sentido esa información, reconocer su importancia, transferir modos de pensar de un campo a otro con el objeto de expandir nuestros conocimientos y permitirnos actuar cada vez más inteligentemente. Las y los docentes no ven disminuido su trabajo porque encuentran un gran proveedor de información. Por el contrario, deben enseñar lo que siempre enseñaron pero potenciado en tanto no es lo mismo enseñar lo que es importante frente a lo trivial cuando se dispone de dos problemas, enfoques o proyectos a cuando se dispone de variados problemas, enfoques o proyectos”.
Como vemos, quizá, algunos pensaron que las nuevas tecnologías provocarían en los docentes una mayor autonomía y autosuficiencia en el dictado de contenidos pero al parecer ellas solo están aquí para provocar nuevos interrogantes y saludablemente exigirles un mayor compromiso con la actualización de la propuesta educativa y una movilidad constante y eficaz.
La escuela como institución ya tenía serios problemas y arduos desafíos bastante antes de la llegada de las nuevas tecnologías: ¿cómo hacer frente a la falta de recursos? ¿de qué forma reinstalarse como referente en la tarea socializadora? ¿cómo despertar en las nuevas generaciones el placer por la lectura? ¿con que herramientas asegurar una formación acorde al actual mercado laboral? y tantas otras cuestiones más. Pero, como si esto fuera poco, en medio de su titánico esfuerzo por recuperar la identidad perdida, la escuela vio arribar a las nuevas tecnologías para complicarle aún más la existencia, modificar los desafíos ya planteados y proponerle nuevos retos.
Claro que la primera reacción de quién está en problemas suele ser negar el problema y la escuela no escapó a esa regla eludiendo por un tiempo la importancia de las nuevas tecnologías en las nuevas generaciones y tomando a estos nuevos avances como meros instrumentos del entretenimiento (entidad que también la escuela solía asociar a los medios masivos de comunicación hasta que comprendió, no sin esfuerzo, su potencialidad educativa). Lo cierto, es que las nuevas tecnologías son una realidad imposible ya de ser negada o más claro aún citando al filósofo de la educación Nicholas Burbules en su libro Educación: riesgos y promesas de las nuevas tecnologías de la información:”la escuela (…) ya no puede elegir que estas tecnologías sean o no relevantes para la educación, y en caso de que decida desentenderse de ellas, eso también será una decisión cuyas consecuencias desbordarán su dominio”.
Innegable es entonces que estas nuevas tecnologías están aquí para quedarse y moldear a toda una nueva generación que nació con ellas (e incluye cambios culturales, simbólicos, cognitivos y lingüísticos) y que ante este avance vertiginoso, la escuela no puede darse el lujo de ser un mero espectador. Y en medio de esta tremenda sacudida de las ideas instaladas, tenemos un actor protagónico: el docente, quién, aún contra su voluntad, verá su rol frente a la clase modificarse al ritmo de estos cambios impactantes y deberá asumir decisiones de peso al respecto para hacerse dueño de su nuevo papel o simplemente dejarse arrastrar por los cambios y asumir las consecuencias de un futuro incierto.
Blancas palomitas (en la era de la informática)
Es sabido que un docente que no vence los prejuicios hacia sus alumnos difícilmente pueda entablar con ellos una relación sincera y respetuosa. Sin embargo, así como muchos docentes suelen tener una larga fila de reparos a la hora de acercarse amigablemente a las nuevas tecnologías, también, consciente o por simple relación, construyen prejuicios con respecto a la relación que sus alumnos entablan con estas nuevas tecnologías y un primer preconcepto, construido a partir de información incompleta o errónea, devuelve la imagen de los nuevos adolescentes como individuos aislados y automatizados, presos del poder absorbente de las nuevas tecnologías o como escribió el especialista colombiano Jesús Martín-Barbero en su libro La educación desde la comunicación con respecto a una situación similar ante la presencia de los medios masivos de comunicación en el aula: “la escuela vela y escamotea su conflicto con la cultura audiovisual reduciéndolo a sus efectos morales, es decir traduciéndolo al discurso de las lamentaciones sobre unos medios (…) que roban el tiempo libre de los jóvenes, manipulan su ingenuidad e idealismo, inoculan superficialidad y conformismo haciéndoles reacios a cualquier tarea seria, desvalorizan el libro y la lectura exigente”.
Por lo dicho, un primer paso saludable para el docente que tiene entre sus desafíos incorporar las nuevas tecnologías al aula, consistiría en un esfuerzo por descubrir las formas en que sus alumnos conviven con los avances tecnológicos. Seguramente en la experiencia descubrirá que en gran medida los integrantes de esta nueva generación, nacida bajo el cobijo de Internet y otras tantas modalidades de comunicación y entretenimiento, son hiperactivos y altamente lúcidos e incluso presentan un avance con respecto a la generación que se formó con la televisión: es el paso del receptor pasivo a un protagonista activo que forma sus propios contenidos y que entabla cantidad innumerable de lazos de sociabilización. En fin, una potencialidad a flor de piel para ser aprovechada por los docentes.
Nuevos recursos para nuevas propuestas
Un docente que planea darle la bienvenida en su clase a las nuevas tecnologías seguramente, como primera reacción buscará las formas de aplicar estos avances a las clásicas formas de enseñanzas y acorde a su materia. Sin embargo, estará perdiéndose de un sinfín de oportunidades no tan complicadas de aplicar a su clase y ello se debe ante todo al simple y llano desconocimiento de esas oportunidades. Nicolas Burbules, explica esta situación planteada en Educación…cuando dice “las herramientas no sólo ayudan a alcanzar ciertos objetivos existentes: también pueden crear propósitos nuevos, metas nuevas, que jamás habían sido consideradas antes de que dichas herramientas los tornasen posibles”.
Y entre los nuevos recursos que esperan ser aplicados a nuevas propuestas podemos destacar el Hipertexto y el blog, válidos por la sencillez de su aplicación y por lo fructífero de su buen uso. El hipertexto (un documento digital que se puede leer de manera no lineal mediante vínculos o enlaces) quizá uno de los avances más importantes y significativos en el campo de las nuevas tecnologías, es sobretodo productivo en el terreno de la lectura y la escritura, brindando infinitas posibilidades para que el usuario interactúe con el texto y al mismo tiempo con otros usuarios y otros textos de una manera hasta ahora impensada. Y son numerosos los intelectuales que reconocen las ventajas del hipertexto, como por ejemplo, la especialista en educación Edith Litwin quien desde el portal www.educ.ar señala algunas de las posibles aplicaciones educativas de este adelanto:“El hipertexto es el medio ideal para introducir variaciones textuales. Crea modos de lectura y nuevas formas de intercambio cultural e intelectual. Algunos tratamientos hipertextuales para el desarrollo de un tema en un material para la web, por ejemplo, permiten la exposición y tratamiento de un problema teórico, el debate, el desarrollo de diferentes perspectivas para el análisis y múltiples formas de representación que favorecen la comprensión de la diversidad de los estudiantes. La naturaleza colaboradora del hipertexto e Internet favorecen, entonces, la creación de textos que expresan diversos puntos de vista.” Y el blog (especie de diarios personales o bitácoras en los que se puede incluir textos, videos, audios y fotos) es otra de las innovaciones tecnológicas que abren puertas inesperadas en el terreno de la educación y entre sus aplicaciones podemos rescatar las que nombra el portal educ.ar que arriesga “los weblogs pueden ser leídos, ante todo, como talleres o laboratorios de escritura. En esta dirección se caracterizan por su condición de ser, esencialmente, espacios experimentales”.
El rol del nuevo docente
Ante las nuevas tecnologías el docente debe convertirse en un “nuevo docente”, adoptando flamantes capacidades y al mismo tiempo reforzando algunos aspectos clásicos de su antiguo rol frente a la clase. El especialista Jordi Adell va aún más allá e involucra a los alumnos en este cambio cuando dice: “Los nuevos entornos de enseñanza/aprendizaje exigen nuevos roles en profesores y estudiantes. La perspectiva tradicional en educación superior, por ejemplo, del profesor como única fuente de información y sabiduría y de los estudiantes como receptores pasivos debe dar paso a papeles bastante diferentes. La información y el conocimiento que se puede conseguir en las redes informáticas en la actualidad es ingente. Cualquier estudiante universitario, utilizando la Internet, puede conseguir información de la que su profesor tardará meses en disponer por los canales tradicionales. La misión del profesor en entornos ricos en información es la de facilitador, la de guía y consejero sobre fuentes apropiadas de información, la de creador de hábitos y destrezas en la búsqueda, selección y tratamiento de la información. (…) Los estudiantes, por su parte, deben adoptar un papel mucho más importante en su formación, no sólo como meros receptores pasivos de lo generado por el profesor, sino como agentes activos en la búsqueda, selección, procesamiento y asimilación de la información”.
Y justamente en uno de los puntos a los que hace referencia Jordi Adell (“facilitador, guía y consejero”) está una parte trascendental del nuevo rol docente. Muchos autores coinciden en que a la vez que Internet, protagonista absoluta de estas nuevas tecnologías, brinda una posibilidad única de acceso a un caudal impensado de información, presenta en su misma esencia, que impulsa la democratización en la producción de contenidos, su pata más floja. Al mismo nivel que la información más valiosa podemos encontrarnos con tremendos fiascos y mentiras montadas, por ello la red exige una actitud sumamente atenta y crítica y al mismo tiempo potencia la figura del libro y la enseñanza clásica como soporte para contrarrestar tamaño caos de información. En un contexto como el citado el papel del docente es el del tutor que pone énfasis en la formación de la criticidad del alumno frente a la cantidad de información recibida de las nuevas tecnologías. Y para ello el docente debe estar totalmente compenetrado con la cuestión y más que eso aún. Incluso casi arriesgaría que el docente debe tomarle cariño a las nuevas tecnologías. Al respecto el especialista en temas de educación Juan Ignacio Pozo Municio marcando el camino a los nuevos docentes señala en la edición de la Revista La Crujía de septiembre de 2006, que: “lo que debemos hacer es no sólo perder el miedo a esas tecnologías, sino ayudar a los alumnos a convertir en conocimiento, en verdadero saber, toda esa información a la que tan fácilmente acceden pero que difícilmente pueden digerir o procesar” y suma su parecer la educadora Edith Litwin desde el portal educ.ar: “La gran aventura que acontece en las aulas es dotar de sentido esa información, reconocer su importancia, transferir modos de pensar de un campo a otro con el objeto de expandir nuestros conocimientos y permitirnos actuar cada vez más inteligentemente. Las y los docentes no ven disminuido su trabajo porque encuentran un gran proveedor de información. Por el contrario, deben enseñar lo que siempre enseñaron pero potenciado en tanto no es lo mismo enseñar lo que es importante frente a lo trivial cuando se dispone de dos problemas, enfoques o proyectos a cuando se dispone de variados problemas, enfoques o proyectos”.
Como vemos, quizá, algunos pensaron que las nuevas tecnologías provocarían en los docentes una mayor autonomía y autosuficiencia en el dictado de contenidos pero al parecer ellas solo están aquí para provocar nuevos interrogantes y saludablemente exigirles un mayor compromiso con la actualización de la propuesta educativa y una movilidad constante y eficaz.
martes, 24 de abril de 2007
jueves, 12 de abril de 2007
La paja en el ojo...
Situación: es lunes 9 de abril por la noche y una mujer de cuarenta y pico salta como poseída con un cartel en la puerta de los estudios de Telefé donde se graba Gran Hermano. Se le acerca un notero...
Mujer (gritando al micrófono): ¡Se tiene que ir Claudia, se tiene que ir Claudia!
Notero (incisivo): ¿Por qué se tiene que ir Claudia?
Mujer (gritando aún más al micrófono): ¡porque se dejó manejar! ¡se tiene que ir porque se dejó manejar!
(en) FIN
Mujer (gritando al micrófono): ¡Se tiene que ir Claudia, se tiene que ir Claudia!
Notero (incisivo): ¿Por qué se tiene que ir Claudia?
Mujer (gritando aún más al micrófono): ¡porque se dejó manejar! ¡se tiene que ir porque se dejó manejar!
(en) FIN
miércoles, 11 de abril de 2007
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